Ahora bien, para tratar de comprender un poco esta insuficiencia sintáctica, haría falta echar un vistazo a los antecedentes de su autor, Charles Louis Dodgson, un matemático ingles cuya vida transcurrió en una época moralista, económicamente prospera, y organizada cultural y socialmente: la época victoriana, donde la clase media y la burguesía se unieron para hacer de Inglaterra un modelo económico del siglo XIX y la vida del proletariado se vio bastante marginada de los privilegios de esta esfera social; sin embargo, este escritor y matemático tenía una particularidad: le gustaba relacionarse con niños, pues manifestaba que el ambiente de su profesión y de su vida cotidiana era aburridor y cruel. Así que, en torno a estas inclinaciones sociales, poco comunes entre los adultos, su imaginación se desplegó en medio de la lógica matemática y las fantasías infantiles, posibles sólo dentro de los cuentos, que además fueron un pretexto para ironizar a la monarquía y a la aristocracia: ¿Cómo es esto?:
El autor no quiere demostrar otra cosa que, por más maravilloso que queramos el mundo, ni siquiera los sueños nos libran de el, pues este túnel de maravillas no representa otra cosa que la Inglaterra de aquella época, llevada a la exageración apropiada para la interpretación, bien sea inconsciente o consciente de un niño. La reina de corazones no es otra más que la reina victoria, queriendo controlar las acciones de los demás simplemente cortándoles la cabeza, para impedir que sepan más de lo que ella sabe, o la liebre y el sombrerero no son otros que los típicos burgueses, celebrando la hora del té bajo discusiones aburridas, y para el autor, sin interés alguno. Estos, entre otros ejemplos, le demuestran a Alicia que ese mundo donde “todo seria un disparate…porque todo seria lo que no es; y lo que no podría ser, si seria” ni siquiera sus sueños le permiten su real ilustración, pues todas las imágenes que conforman su mente están impregnadas de aquella realidad que la obliga a despertar.
II semestre de psicología
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