Este artículo es una relación entre del texto El Malestar en La Cultura, obra de Sigmund Freud y la obra de La ciudad de Dios de San Agustín de Hipona. La tesis planteada para esta interpretación es: El individuo configura la represión a través de la religión y la cultura. Forma parte de los anhelos del hombre el del ser feliz; en esta búsqueda el hombre se encuentra con el sufrimiento, que le impone la supremacía de la naturaleza, la mortalidad del propio cuerpo y la limitante que encuentra para regular las relaciones humanas a nivel familiar, del Estado y la sociedad.
Dicha supremacía natural, está comprendida dentro de la relación antagónica humanidad-naturaleza, donde el hombre como especie es quien ejerce control sobre su contrincante; pero sin ésta no se puede desarrollar la humanidad. El hombre jamás llegara a dominar completamente la naturaleza; la mortalidad del propio cuerpo, y la limitada capacidad de adaptación y rendimiento, lo lleva a pensar en la religión como un medio de solución a su condicion como mortal, creando para sí la dimensión de lo eterno, atribuyendo al Padre las representaciones de consuelo e ilusiones de su deseo; por que el hombre está en una constante búsqueda de la felicidad. La religión entonces, se muestra como una solución aportada por la cultura, entendida esta última, como el conjunto de las normas que reprimen los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el control social.
En el texto La Ciudad de Dios, se puede observar la siguiente tesis central: la divina providencia, que guía la humanidad, dividida en dos ciudades, nacidas de dos amores, el amor de sí y el amor de Dios. En ella afronta el problema de los orígenes de la historia, de la presencia del bien, y su lucha contra el mal,(saliendo victorioso), y de su eterno destino; en este planteamiento se reprime la verdadera naturaleza del ser humano y lo obliga a ser bueno y a responder a su eterno destino, El Bien.
Ante la limitante, producto de la insuficiencia de los métodos para regular las relaciones con los demás, el hombre crea las instituciones, las cuales le generan bienestar y protección; éstas, de origen social, no lo representan. Por tanto, entra el hombre en la neurosis, al no lograr soportar el grado de frustración que le impone la sociedad en aras de los ideales que él mismo se proyecta en la cultura.
En conclusión, la religión ha logrado, junto con la cultura, que el hombre reprima su autentica naturaleza, lo cual no permite que se desplieguen naturalmente sus tendencias y que éstas sean satisfechas; tal situación lo lleva a representarse a través de la neurosis, manifestando una serie de características que denotan su inadaptabilidad a la cultura.
Dicha supremacía natural, está comprendida dentro de la relación antagónica humanidad-naturaleza, donde el hombre como especie es quien ejerce control sobre su contrincante; pero sin ésta no se puede desarrollar la humanidad. El hombre jamás llegara a dominar completamente la naturaleza; la mortalidad del propio cuerpo, y la limitada capacidad de adaptación y rendimiento, lo lleva a pensar en la religión como un medio de solución a su condicion como mortal, creando para sí la dimensión de lo eterno, atribuyendo al Padre las representaciones de consuelo e ilusiones de su deseo; por que el hombre está en una constante búsqueda de la felicidad. La religión entonces, se muestra como una solución aportada por la cultura, entendida esta última, como el conjunto de las normas que reprimen los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el control social.
En el texto La Ciudad de Dios, se puede observar la siguiente tesis central: la divina providencia, que guía la humanidad, dividida en dos ciudades, nacidas de dos amores, el amor de sí y el amor de Dios. En ella afronta el problema de los orígenes de la historia, de la presencia del bien, y su lucha contra el mal,(saliendo victorioso), y de su eterno destino; en este planteamiento se reprime la verdadera naturaleza del ser humano y lo obliga a ser bueno y a responder a su eterno destino, El Bien.
Ante la limitante, producto de la insuficiencia de los métodos para regular las relaciones con los demás, el hombre crea las instituciones, las cuales le generan bienestar y protección; éstas, de origen social, no lo representan. Por tanto, entra el hombre en la neurosis, al no lograr soportar el grado de frustración que le impone la sociedad en aras de los ideales que él mismo se proyecta en la cultura.
En conclusión, la religión ha logrado, junto con la cultura, que el hombre reprima su autentica naturaleza, lo cual no permite que se desplieguen naturalmente sus tendencias y que éstas sean satisfechas; tal situación lo lleva a representarse a través de la neurosis, manifestando una serie de características que denotan su inadaptabilidad a la cultura.
Entrevista al padre Oscar Pareja. Sobre el bien en San Agustín.
Luz Estella Serna
IV Semestre
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