Este artículo esta dedicado al indiscutible facilismo que rodea el fenómeno de la migración de la población colombiana, específicamente aquellos que dirigen su mirada a otros horizontes, los cuales, según ellos, les proporcionaran seguridad y remuneración, en lugar de afrontar una situación política, económica y social, en medio de la cual se tendría que disponer de demasiados esfuerzos para lograr un progreso significativo, y a cambio de ello se abandona lo que debería tener una mayor credibilidad: su familia, sus amigos, e incluso, en el caso de aquellos que se contradicen en aras de la conveniencia: su país.
Para comprender un poco la situación de estos migrantes, es menester tener conocimiento de las cifras estadísticas que respaldan este argumento: según organismos de la sociedad civil, y según el censo de 2005 el número sería de 3.331.000 migrantes transnacionales, con lo cual se estaría hablando al menos del 8% de la población en búsqueda de empleo y de unas mejores condiciones de vida. “¿Calidad de vida?”: un ganadero y empresario tolimense, puede optar para ocuparse como tractorista en un rancho texano, una psicóloga se desempeña como cocinera en una escuela publica de New Jersey, o una ingeniera de sistemas se ocupa limpiando los baños en una discoteca de New York; una realidad menos trágica aún: un estudiante de medicina se ocupa como cajero en Mc’Donalds.
Haría falta también tener en cuenta que, lo que estas personas se ganan allá, sería el doble de lo que se ganarían en su país ejerciendo la misma labor. Sus disculpas y explicaciones radican en la búsqueda de mayores oportunidades, en la mejora de la situación económica de su familia (haciendo uso de otro fenómeno que va en progreso: las remesas), o incluso la más común, la situación del país. Y he aquí el núcleo de la discusión: es mucho más fácil decir, “este país es demasiado inseguro”, “este país no progresa”, a tener que asumir una posición de independencia, de autonomía y de goce frente a la dificultad, frente a ese placer inigualable que consiste en evidenciar los esfuerzos y los conocimientos desde una posición digna, y no desde la mera remuneración económica, evitando además, la fragmentación familiar, que trae consigo innumerables consecuencias emocionales en los miembros de dicha familia, en especial, en los niños, o los adolescentes, etapa del desarrollo en la cual los hechos que ocurren en su entorno son fundamentales en las decisiones determinantes para su futuro.
La única manera de que la realidad colombiana cambie, es a partir del esfuerzo de cada uno de sus pobladores. Cito una frase magistral de Estanislao Zuleta: “la dificultad de nuestra liberación, procede de nuestro amor a las cadenas”. Los colombianos anhelamos un gobierno transparente, eficaz, un dirigente lo suficientemente capaz como para librarnos de las innumerables crisis que padecemos. El hecho, es cuanto disfrutamos cuando nos dicen lo que debemos hacer, y más aún si ello representa una lección justa. Sin embargo, no nos detenemos a pensar por un instante en que, lo emocionante de un país democrático, que conlleva la capacidad de decisión y determinación, es que cada voz puede ser escuchada, y cada una de ellas, puede generar un cambio, solo si así lo quieren.
Natalia Colorado
II Semestre
natalibertad@hotmail.com
II Semestre
natalibertad@hotmail.com
Me parece muy interesante la publicación. Estoy de acuerdo en que la migración Colombiana es una situación que vivimos diariamente en nuestro país que fracciona a las familias y teniendo en cuenta que esta es el pilar fundamental de la sociedad resulta muy perjudicial que cada día màs niños y adolescentes enfrenten la soledad por el viaje repentino de uno de sus familiares (generalmente padre o madre); además de la carencia de afecto que trae consigo conductas depresivas y por ende búsqueda de una aceptación que terminan encontrando en tribus culturales que cada día más surgen en nuestro país; si bien esa migración se da en la búsqueda de un bienestar económico también es cierto que se evidencia una gran disolución familiar y las consecuencias suelen ser fatales pues muchos de los niños y adolescentes de nuestro país están viviendo un nuevo concepto de familia donde los valores, el acompañamiento y el amor son suplantados por el consumismo ya que los adultos sustituyen las carencias afectivas con las materiales con el fin de aliviar sus conciencias y sentir que están cumpliendo el objetivo por el cual se marcharon. Si bien en cierto que el dinero es fundamental para asegurar un mejor “bien estar”, también es cierto que nada reemplaza la presencia de una madre o un padre en la familia.
ResponderEliminarOjala los Colombianos recuperemos el sentido de pertenencia en nuestro país, luchemos por lo que tenemos, apreciemos lo privilegiados que somos por ser colombianos y construyamos entre todos mejores alternativas que nos permitan vivir satisfechos y no buscar la migración como alternativa solucionadora de todos nuestros problemas , que volvamos a darle sentido a la familia y aprendamos que la unión hace la fuerza y si nos fraccionamos hoy, si cada uno vela por su bienestar individual en un mundo donde prima el concepto social ¿cuál será el mañana que nos espera?
No creo que como seres humanos estemos preparados para la soledad, ni que el individualismo sea la mejor solución.